Desde la entrada en vigor de la Ley 22/2015 de la Jurisdicción Voluntaria, los notarios podemos oficiar o solemnizar en escritura el consentimiento matrimonial, podemos casar. El expediente previo donde se determina la capacidad de los contrayentes y la ausencia de impedimentos legales, no podremos elaborarlo hasta dentro de un par de años (30 de junio de 2017), de momento es el juez competente (domicilio de los esposos) quien tramita el expediente que concluye en auto en el que debe designarse, en su caso, al notario competente que los contrayentes eligen libremente, o al que por turno corresponda de entre los competentes en el lugar de celebración.
Hace unas semanas una pareja que pretendía casarse llamó a la notaría para preguntar mi disponibilidad para formalizar una boda…, un viernes a las 14.00 horas y fuera del despacho.
A diferencia de la ilusión que hizo a algún miembro femenino de mi equipo, a mi no me pareció algo distinto a lo acostumbrado, una salida más. Como era muy cerquita y en las instalaciones de una amiga que me había recomendado , accedía a formalizar el enlace, era nuestra primera boda.
Preparé la escritura ciñéndome a alguno de los modelos que algún compañero generoso había puesto a disposición del resto, pensando que era fruto de su experiencia y no solo del tenor legal, me di cuenta de que no era así.
Llegado el día empezaron, como no, las complicaciones, las firmas programadas se iban retrasando, falta un cheque aquí, no llega la gestoría por allá, no se marche viene una póliza, etc, en resumen tuve que ir de boda corriendo y totalmente tenso, (no me pareció oportuno ser yo quién llegara tarde, como si de la novia se tratara) decidí dejar para después de esta algunas operaciones que se habían retrasado, ojalá no se retrasase la novia, pensé.
Bueno, vamos de boda le dije por fin a Isa mi auxiliar que me iba a acompañar al acto, por el camino me comentaba que suponía que habría invitados además de los testigos, en lo que no había pensado pero en ese momento me pareció lógico; me preguntó si tenía previsto decir unas palabras bonitas que resaltaran el momento tan emocionante, a lo que le respondí, un poco seco, que no me había preparado ningún monólogo, eso me lo guardo para tu boda niña, ya veremos, le dije.
Al llegar al lugar, un sitio precioso en la orilla del rio Guadalquivir, frente a la Torre del Oro de Sevilla, me di cuenta de donde estaba, se había preparado una carpa al aire libre sobre una terraza donde me habían colocado una mesa engalanada con flores (sin silla) enfrente de un asiento para los novios y había invitados esperando (con sus mejores galas), apreté mi carpeta donde guardaba la matriz para ser firmada.
Los novios no estaban, lo que me inquietó por si se retrasaba el acto, antes de preguntar por los testigos me abordó un tipo vestido de gala que se identificó como el músico y me comentó que quería organizar los tiempos de la sintonía que los novios habían elegido para el acto; acordamos en que momento de la lectura entraría cada sintonía, como me descolocó un poco saque la escritura para poner unas marcas que lo indicaran; fue en ese momento cuando noté que la brisa, que normalmente sopla en el cauce del río, ese día era un auténtico vendaval y poco faltó para que se me escapara de las manos el documento que no iba grapado, de hecho el testimonio del auto de juez lo cogí al vuelo cuando ya se marchaba rumbo al río, pensé que era imposible su lectura; para rematar el músico muy amablemente me dio un micrófono sin trípode para hablar, porque, de otro modo, los invitados asistentes no me oirían, pero no tenía manos.
Llegaron los testigos y les pedí su documento de identidad, no lo tenían, bueno, llegaron los novios, puntuales. He de decir que todo el agobio que había acumulado se desvaneció al ver las caras de felicidad de ambos pero sobre todo de ella. Todo se volvió armonía en ese momento, hasta note que se calmaba el viento.
El acto transcurrió con normalidad, leí la escritura, al fiarlo todo a lo que ahí estaba redactado me di cuenta que se prestaba el consentimiento en la exposición, tras la lectura de los artículos preceptivos del Código y en la autorización de la escritura, según la redacción prestaron el consentimiento tres veces, hay que cambiar esto pensé, demasiadas veces aparecía palabra notario, cuando con una sola basta, pues los verdaderos y únicos protagonistas son los contrayentes, pero aún así he de decir que me sentí muy a gusto el acto fue pleno de alegría y felicidad, y creo que fue como los novios habían soñado el acto envuelto del aroma de azahar de primavera, en la humedad del rio de Sevilla y a la vista de su peculiar “sky line”, sonando de fondo la sonata 14 “moonlight de Ludwig van Beethoven, creo recordar, fue una delicia.
La verdad que ha sido un momento fugaz, escueto y sobrio pero a la vez muy alegre, seguro que evocaré muchas veces y creo que también lo harán los novios. Pido disculpas a estos por haberles llamado a la firma sin haberse entregado los anillos, pues fueron ellos quienes tímidamente me pidieron si podían entregárselos antes, y que por la premura no pudiera presenciar las palabras de testigos y familiares.
Seguro que habrá otras bodas, donde no se cometerán esos fallos o improvisaciones, pero será difícil que para mí tenga el mismo significado que esta mi primera boda.
Eduardo Ballester, Notario de Sevilla